¿Cuántas veces has tenido una idea clara, pero la duda te paralizó? A veces es el miedo al fracaso, otras veces el temor al juicio ajeno. Sea cual sea la razón, mientras tú estás dudando, el tiempo sigue su curso y las oportunidades que alguna vez estuvieron al alcance de tu mano desaparecen. No compartir lo que piensas, no expresar tu perspectiva única, no solo afecta tu crecimiento personal, sino que también priva a los demás de lo que podrías ofrecer. Cada vez que callas o te detienes, algo valioso se pierde.
Cuando no compartes tu visión, es como tener una joya guardada en una caja fuerte. Tal vez nadie la critique, pero tampoco nadie puede admirarla. Y lo más grave de todo: tu potencial para influir y ayudar a los demás se desperdicia. Piensa en cuántas personas podrían beneficiarse de una idea, un consejo o una solución que solo tú podrías haber brindado. La próxima vez que dudes, recuerda esto: lo que no se expresa, se desvanece.
El miedo es normal, todos lo sentimos. Pero hay una gran diferencia entre quien actúa a pesar de sus dudas y quien se deja controlar por ellas. La vida avanza rápido y cada momento de indecisión es una oportunidad perdida. Así que, si alguna vez te preguntas si deberías decir algo o hacer algo, la respuesta probablemente sea sí. Habla, actúa, y deja que tu influencia llegue a aquellos que la necesitan.